Oseo

El tejido óseo se caracteriza por tener una matriz extracelular fundamentalmente inorgánica que se encuentra cristalizada, por este motivo, una de sus principales funciones es la de sostén y protección; pero presenta otras funciones, ligadas a la estructura de cada uno de los subtipos. 

Dependiendo de la densidad de la matriz extracelular, podemos diferenciar dos tipos de tejidos óseo: 

Compacto; la matriz es muy densa y no presenta oquedades. Está formado por la repetición de unas unidades estructurales llamadas osteonas. Una osteona está formada por una serie de laminillas (de 4 a 20) organizadadas de forma concéntrica en torno a vasos sanguíneos, que discurren por lo que denominamos Canal de Havers.

Las laminillas están formadas por células óseas: osteoblastos y osteocitos (si se trata de células ya maduras). Estas osteonas o sistemas de Havers están conectadas entre sí por los canales de Volkman.  Podemos encontrarlo en la diáfisis de los huesos largos

Encontramos este tipo de tejidos en la epifisis de los huesos largos 

Esponjoso o trabecular; no está formado por estructuras compactas, sino que presenta una serie de placas llamadas trabéculas; a pesar de dar aspecto de huecas, vistas al microscopio, están rellenas de médula ósea roja, tejido en el que se producen las células del tejido sanguíneo. Se encuentra en la epífisis de los huesos largos y en los huesos cortos y planos. 

Las células que forman el tejido óseo están muy especializadas, son los osteoblastos, osteocitos y osteoclastos (éstos últimos con función reparadora). Por este motivo, es necesaria la presencia de un tejido conjutivo que se encargue de nutrir y defender al óseo; se llama PERIOSTIO, formado, principalmente por fibroblastos y vasos sanguíneos. 

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